Por Malleus
Los jóvenes de ahora viven con muchas más libertades de las que tuvimos los viejos. Eso, que en principio es algo muy positivo, tiene
también sus limitaciones, porque les impide comprender la magnitud del gozo que
nos producía pasear por la Riba, y especialmente con la novia.
No cabe duda de que si pudieran gozar de aquel paseo que
algún mandamás inmisericorde nos ha robado, disfrutarían con las vistas: a un
lado el puerto y la ciudad presididas por un soberbio Bellver; al otro, la escollera,
con sus pescadores y de fondo Cap Enderrocat. Hasta ahí todo igual, pero
nosotros teníamos muchas limitaciones que ellos no tienen. La relación entre sexos
estaba casi prohibida y cuando paseabas con una chica solo estaba permitido ir
de la mano si había una relación formal. En caso contrario, caminábamos juntos
y de vez en cuando rozábamos las manos. ¿Y los besos? Los besos estaban
prohibidos, al menos en público. La censura los cortaba en las películas y la
única posibilidad que había de besarse era prácticamente la oscuridad de los
cines y eso suponiendo que al acomodador le hubieras dado una buena propina,
porque en caso contrario, enchufaba a la pareja con la linterna, la expulsaba
de la sala y salía toda abochornada. Y eso en el mejor de los casos, porque si
te veía alguna de las infinitas “semiautoridades” que pululaban por las
ciudades, te retiraban el DNI, que debías ir a recoger a una comisaría y te imponían
una multa de 25 pesetas.
Todo esto hay que haberlo vivido para comprender lo que
suponía pasear con tu pareja por la Riba, con el puerto a un lado y la
escollera al otro, rozando las manos de vez en cuando y esperando pasar por
algún lugar desenfilado para robar algún arrumaco, que era mucho más que un
arrumaco, era una auténtica liberación. Y eso es lo que los jóvenes de ahora no
podrán comprender jamás, en primer lugar, porque no tienen todas esas
limitaciones en las relaciones personales, pero, sobre todo, porque les falta
lo que nos han robado a todos: el Paseo de la Riba.
Foto: Paseo de la Riba. Enric Ribas. Aprox.1925
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