Acostumbrados como estamos a
quedarnos boquiabiertos ante la majestuosidad de la Seu, la perfección estética
de la Lonja, la tranquilidad de las callejuelas de la ciudad antigua o del
ingenio de los diseñadores de moda, que son capaces de fabricar un bikini sin
usar apenas tela, habíamos olvidado hasta ahora hacer mención de uno de los
objetos que mejor nos representan: el “siurell”. Naturalmente hay a quien no le gustan, pero el que esto escribe es un
forofo de ellos y tenía una hermosa colección, con muchos de ellos muy
antiguos, que perecieron hechos añicos en una de las mudanzas que hice. Ya se
sabe que los transportistas no son personas que traten con especial cariño la
paquetería. Esperemos que sus parejas reciban de ellos mejor trato.

“Fatal y lógicamente, el mundo del “siurell” tiene poco que
ver con la dinámica social de hoy, en la que el niño se encuentra inscrito
automáticamente. Han tenido que ser la cultura, el esnobismo, los “souvenirs”
turísticos quienes han salvado las inefables figuritas. Yo no puedo ocultar una
cierta tristeza al verlas convertidas en piezas de museo, en “bibelots”, en
detalles decorativos: toda conservación, mustios ya la vitalidad y el
funcionalismo, tiene algo de tumba. En este caso, de insignificante y
enternecedora tumba, en la que persiste un fresco y lejano hálito de romería,
de juego, de edad dorada”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si quieres hacer algun comentario y no tienes cuenta de gmail, puedes hacerlo seleccionando en el perfil: "Anonimo".
Al final, puedes poner tu nombre si así lo deseas.