El Infante D. Jaime nueva motonave para la Compañía Trasmediterránea
(Publicado por Trameship).
La construcción de este buque, de acuerdo con los planos que diseñó el ingeniero Estanislao Tintoré, fue contratada a los astilleros Cantieri Navale Triestino de Monfalcone (Italia) el 23 de abril de 1928 y su quilla fue puesta en grada el 15 de octubre de ese mismo año siendo la construcción 206 de los mencionados astilleros. El día 8 de junio de 1929 se procedió a su botadura con el nombre de Infante D. Jaime, en una ceremonia en la que actuó de madrina la señora Mercedes Garzolini, quien escribió la siguiente dedicatoria expuesta en el salón de Primera Clase:
“Dichoso buque que naciste destinado a ser guión entre nuestra amada España y las islas risueñas donde se perpetúan las hazañas y las bellezas de la Patria, yo te bautizo con el nombre de "Infante D. Jaime".

Era un buque de elegantes líneas marineras, bien proporcionado, con una chimenea de diseño muy acoplado a su estructura, y propulsado por dos motores Diésel Burmeister & Wain que le proporcionaban una velocidad de servicio de 16 nudos.
El 30 de agosto de ese mismo año se realizaron las pruebas oficiales en aguas de Trieste y, una vez finalizadas las mismas, el buque fue entregado a sus propietarios habiendo alcanzado una velocidad en pruebas de 17,5 nudos. Ese mismo día, al mando del capitán Antonio Dezcallar Montis y con Bernardo Seguí como primer maquinista, zarpó de Monfalcone rumbo a Barcelona, a donde arribó el 4 de septiembre quedando atracado en el Muelle España.
Al día siguiente se realizaron nuevas pruebas oficiales y en la noche del día 7 inició su viaje inaugural rumbo a Valencia, en cuyo puerto embarcaron para Palma el propio infante Don Jaime de Borbón, cuyo nombre ostentaba la motonave, y el presidente del Gobierno, Miguel Primo de Rivera, marqués de Estella. En la noche del día 8 se hizo a la mar con destino a Palma, llevando a bordo a los ilustres pasajeros.
El Infante Don Jaime escribió en el libro de honor del buque la siguiente dedicatoria:
“Al abrir este libro de firmas del primer buque bautizado con mi nombre, en mi primer viaje en que, representando a mi padre el Rey, me ha conducido a Baleares, a cuya línea se destina, quiero consignar mi sincero deseo de que sea feliz en todas sus travesías y enaltezca y honre el pabellón que abandera”.

A primera hora de la madrugada del día 12 salió con los ilustres viajeros con destino a Mahón, y de allí a Ibiza, adonde llegó el día 13 a las 11.30 horas, partiendo a medianoche con destino a Barcelona.
A partir del día 16 quedó adscrito a su servicio de correo marítimo, alternando con el vapor Rey Jaime I hasta que en abril de 1930 se produjo la incorporación de su gemelo Príncipe D. Alfonso.
El buque Infante D. Jaime alternó la línea regular con varios viajes de turismo, entre los que destaca uno realizado a Rosas el 22 de abril de 1930, y otro a Formentor el 27 de julio del citado año, con salida desde Barcelona y 500 pasajeros a bordo.
Con el advenimiento de la Segunda República en abril de 1931, fue rebautizado Ciudad de Barcelona
y su gemelo Príncipe D. Alfonso con el de Ciudad de Palma. A partir de entonces, alternó la línea de Baleares con la de Canarias, con escalas en Cádiz, Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.
El Ciudad de Barcelona durante la Guerra Civil Española.
El 18 de julio de 1936 llegó a Palma procedente de Barcelona y por la noche salió nuevamente con destino a la Ciudad Condal con un elevado número de pasajeros que embarcaron para asistir a la Olimpiada Internacional que se estaba celebrando en la capital catalana. A primera hora de la mañana el día 19, al enfilar la dársena del puerto de Barcelona, con intenso tiroteo en plena evolución, este buque hizo rumbo nuevamente a Mallorca, navegando con normalidad.

En uno de esos viajes, cuando navegaba desde Marsella a Valencia, a la altura de cabo Creus, y al mando del capitán Francisco Nadal, fue divisado por el submarino General Sanjurjo, con base en Sóller, y al mando del Capitán de Corbeta Pablo Suances Jaudenes. Este submarino, cedido por el gobierno italiano, era un buque ultramoderno, bautizado con el nombre de Torricelli tres años antes, estaba bien armado y era potente y veloz.

Algunas barcas salieron a recoger a los supervivientes, que fueron muy pocos, porque la rapidez del hundimiento determinó que el remolino de agua absorbiera a muchos de los que habían tenido la sensatez de arrojarse por la borda. El submarino siguió navegando en la superficie, y el primer torpedo acabó varando en Lloret de Mar.
El saldo de víctimas superó el de doscientos muertos, aunque algunas fuentes citan el de más de trescientos, entre los que se encontraba un grupo de aviadores extranjeros voluntarios que venían a servir en la zona republicana.
El Ciudad de Barcelona fue a apoyar dulcemente su quilla sobre un fondo de 30 metros. A lo largo de los dos años que siguieron al naufragio, el mar iba desprendiéndose de cadáveres putrefactos. Algunos de ellos eran senegaleses.

“En el Ciudad de Barcelona iban 312 pasajeros. De la tripulación han desaparecido cuatro: dos maquinistas, un engrasador y un camarero. De los pasajeros sólo se han salvado 125. El torpedo entró por la bodega número tres y alcanzó a la línea de flotación. El buque se hundió en tres minutos. Al torpedeamiento siguió una fuerte explosión. El buque navegaba dentro de las aguas jurisdiccionales. Uno de los hidros que escoltaban el buque amaró inmediatamente, consiguiendo salvar a parte de la tripulación, que se había arrojado precipitadamente al agua, mientras otros hidros persiguieron al submarino, orientándose por la estela del mismo y arrojándole gran cantidad de bombas, no pudiéndose precisar si fue alcanzado. Al darse cuenta de la catástrofe todo el personal marítimo de Malgrat y parte de los elementos oficiales de la población se lanzó al mar utilizando embarcaciones ligeras, logrando salvar a la mayor parte de la tripulación, que constaba de 60 personas, algunas de las cuales estaban heridas como consecuencia de la explosión. Han sido hospitalizadas unas en Calella y otras trasladadas a Barcelona, al Hospital General y Clínico de la Merced. De la tripulación hay cuatro desaparecidos. El buque lo mandaba el capitán D. Francisco Nadal, que es uno de los supervivientes de la catástrofe. El primer oficial fue salvado por un marino del buque náufrago en el momento que era arrastrado por éste al hundirse”.

Muchos años después, el casco del Ciudad de Barcelona fue dinamitado y se recuperaron varias partes, aunque la quilla, cuadernas y parte del codaste permanecen en el fondo.
By Sebas Bauzá
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