La ropa interior ha tenido una curiosa evolución y hoy es tan variada que comparte esas cosas llamadas “tanga”, que no sé cuánto valen, pero que en cualquier caso serán muy caras porque te venden cuerda a precio de prenda, hasta las bragas que yo llamo de tipo paracaídas y que un gitano anunciaba en un mercadillo con un cartel que decía: “Bragas Paco, llegan hasta el sobaco”.
¿Y los caballeros? En los años 80 un tal Nikos Apostolopoulos afirmó estar “hasta las narices de esa ropa interior masculina tan púdica” y se dedicó a diseñar gayumbos sugestivos. Los denominó “Nikos” y sirvieron sobre todo para disparar los precios y marcar mejor el paquete. Algún día habrá que estudiar qué vericuetos mentales nos hacen comprar tangas o “nikos”, porque eso de llevar una cuerda embutida en el “canalillo de popa” debe de resultar incomodísimo, además de caro.
Antes cada persona conocía las interioridades del resto de vecinos, porque la ropa tendida no engañaba. Ahora no se sabe, porque en casi todos los barrios se tiende en semisecreto. Hemos llegado al “desiderátum” de todo gobernante: la incomunicación. Internet nos mantiene en casa o ensimismados con el móvil. Estamos perdiendo hasta la costumbre de hablar o de escribir y muchos jóvenes ya dominan mucho más ese nuevo idioma de tipo jeroglífico que se expresa mediante emoticonos en lugar de paalbras y las casas están construidas de tal modo que puedes subir desde el aparcamiento hasta tu casa directamente, sin cruzarte con ningún vecino.
De todas formas, todo esto es ajeno a esas niñas del Jonquet, que todavía no tienen lavado el cerebro por la presuntuosa modernidad y son capaces de convertir las sombras en juguetes en lugar de pensar en todo lo que ha escrito este servidor de ustedes, medio convertido en autómata.
Los tiempos modernos son muy prácticos ya que te permiten hacer muchas cosas sin echar mucho esfuerzo, pero quienes hemos vivido esta escena que nos muestras echamos de menos algunos aspectos, sobre todo el tiempo que todos teníamos para perderlo sin tantas distracciones.
ResponderEliminarUn abrazo.