9 de noviembre de 2010

La Lonja de Palma


  La muralla islámica de Palma fue construida en el siglo XI. Tal como explica la arqueóloga municipal, Magdalena Riera, en la parte del barrio del Puig de Sant Pere que mira al sur, el recinto no llegaba al mar, sino que la muralla discurría por detrás de las casas, del lado sur, de la calle Apuntadors, subiendo hacia la parte más alta del barrio, conservándose hasta el día de hoy la puerta de este costado del recinto, conocida como "sa Porta de sa Gabella de la Sal". Por tanto, un solar de dimensiones nada desdeñables quedaba entre el mar y la ciudad amurallada, espacio que estaba destinado a las atarazanas.


 Tras la conquista de Mallorca de 1229, esta ribera, conocida como la "Ribera de Mar", se fue urbanizando rápidamente. Hacia 1300, toda esta zona fue cerrada por un nuevo lienzo de muralla que ahora sí llegará hasta el mar, es lo que en la documentación aparece como "la pallisada de la Riera". Hacia 1400 la zona se encontró en plena actividad mercantil y marinera. Pero durante la noche del catorce de octubre de 1403 se produjo una de las inundaciones más catastróficas que ha sufrido Palma a lo largo de su dilatada historia. La Riera se desbordó y, entre muchos otros, quedaron arrasados "tots aquells alberchs qui eran al carrer de la Mar fins al Moll?". Fue a partir de entonces que se reinició la reconstrucción de la zona.

 


 Es en estos momentos de reconstrucción de la Ribera de Mar cuando se crea el Colegio de la Mercadería y las construcciones relacionadas con esta institución, entre las que destaca por encima de todas ellas la Lonja. La importancia del comercio marítimo en Palma durante los siglos XIV y XV es de sobras conocida. En 1409, Arnau Albertí, embajador del Reino de Mallorca ante su majestad Martín I, solicitó al rey un privilegio para que los mercaderes se pudiesen constituir en Real Colegio. El monarca aprobó la solicitud y entre las licencias otorgadas aparece una en que los mercaderes mallorquines "puxan fer o obrar Lotge per ennobleir aquella e la dita Ciutat". La construcción de la Lonja debe entenderse en este escenario en que coinciden dos situaciones propicias: la posibilidad de acceder a un solar privilegiado en una zona arrasada que está en un proceso incipiente de reconstrucción; y la aparición de una nueva institución -el Colegio de la Mercadería- que requiere de un edificio que corresponda al prestigio y poder que posee el gremio de mercaderes. Para la ejecución de la fábrica se elige al mismo constructor que esos momentos dirige las obras de la Catedral: Guillem Sagrera. 
Guillem Sagrera
La Lonja se inicia en 1421. A la hora de diseñar el edificio, Sagrera se inclinó por las tendencias más en boga en el área cultural catalana, es decir, se decidió por la creación de un espacio único o de "salón". El resultado es una planta libre articulada en tres naves que vienen delimitadas por seis pilares helicoidales, los cuales soportan la cubierta de bóveda de crucería. Según la historiadora del arte, Catalina Cantarellas "el antecedente de esta estructura se halla en las salas capitulares de los monasterios cistercienses". Aparecen en las esquinas de su interior cuatro portales enmarcados por arcos conopiales, decorados con ornamentación vegetal y coronamiento en forma de cruz. En cada uno de los tímpanos se representa a un evangelista con su signo del tetramorfos. Estos portales dan acceso a las torres que flanquean las fachadas y en cuyo interior aparecen las escaleras de caracol que permiten el acceso a la azotea. También destacan los escudos de las claves de bóvedas, los cuales aparecen cargados con las armas de los reyes de Aragón, con las de la Universidad y Reino de Mallorca, y finalmente con la representación del Ángel de la Mercadería.

La puerta del Angel al fondo
 Este espacio único, sólo interrumpido levemente por los seis pilares, es iluminado por la apertura de pares de ventanas en cada una de las fachadas, ornamentadas con tracería gótica. En su exterior dan acceso al edificio dos portales. Uno de ellos, el de la fachada principal, aparece decorado en su tímpano con la escultura más espectacular del conjunto: el Ángel Custodio de los mercaderes. La otra puerta da acceso al edificio desde el jardín del Consulado del Mar. Aquí la decoración se centra en la representación de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, escultura que en un principio debía ocupar el tímpano del portal principal. Luego, en cada una de las cuatro torres se representa un santo: Santa Clara en la esquina que mira hacia ese convento; San Juan Bautista en la que mira a la iglesia de San Juan de Malta; San Nicolás -escultura que fue robada hacia 1885- en la que miraba hacia el oratorio de San Nicolás de Porto Pi; y Santa Catalina en la que mira hacia el arrabal de Palma.








Antes de finalizar la construcción de la Lonja, Sagrera abandonó Mallorca. Tenía un pleito con el Colegio de la Mercadería y el rey Alfonso V, le había reclamado desde Nápoles para que se hiciera cargo de la construcción del Castelnuovo.
El lienzo de muralla y las torres que se interponían entre el edificio gótico y el mar fueron derribados a finales del siglo XIX para que la Lonja se pudiese contemplar desde el mar. De esta manera el edificio pasaba a formar parte de la estructura defensiva de la ciudad y por ello se obligó a coronar el edificio con almenas, similares a las de las de las torres de Porto Pi.
Bartomeu Bestard (Cronista oficial de la ciudad)



2 comentarios:

  1. es curioso que por la pavimentación del suelo, el edificio pierda más de un metro de altura, en la primera imagen las torres cuentan con 7 segmentaciones, a partir de ahí 6 y también los porticos se reducen.
    Una pena porque al inicio la presencia es mayor.

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