El día 28 de noviembre de 2011 se cumple el bicentenario de la muerte de Jovellanos. La presencia de este personaje en la isla, aunque corta en el tiempo, debe ser considerada como un importante episodio de nuestra historia mallorquina decimonónica .
Retratado por Francisco de Goya en 1798 |
Gaspar Melchor de Jovellanos y Ramírez nació en Gijón
(1744), en el seno de una familia hidalga. Estudió en la Universidad de
Alcalá de Henares, considerada en aquellos momentos como la más
prestigiosa de España. En el momento de presentarse a la canonjía
doctoral, en Galicia, persuadido por sus familiares y amigos, abandonó
la carrera eclesiástica y se decantó por el Derecho. Los que
conocieron personalmente a Jovellanos coinciden en afirmar que era un
hombre encantador, de caballerosidad cristiana: aseado, sobrio en el
comer y en el beber, atento en el trato, religioso -sin beaterías-,
discreto en el vestir, amante de la verdad -por cruda que fuese- pero
sobretodo era un hombre generoso. Con veintidós años tuvo su primer
destino en Sevilla, dónde fue nombrado Alcalde del Crimen, allí vivió
durante diez años (1768-1778). En aquellos momentos Sevilla era un
importante centro de la ilustración española y Jovellanos se adaptó muy
pronto a aquel ambiente. En 1778 fue destinado a Madrid y allí asistió a
las tertulias de Campomanes, en donde "buscaban la mejora del pueblo
desde las élites ilustradas". En estos momentos Jovellanos ya gozaba de
prestigio intelectual. No en balde fue nombrado Ministro de la Real
Junta de Comercio (1783) y director de la Sociedad Económica de Madrid,
entre muchas otras cosas.
Las Cortes de Cádiz en el Teatro de las Cortes
Pero muy pronto sus atrevidas iniciativas provocaron el recelo de la nobleza y de la Inquisición, instituciones que en aquellos momentos gozaban de importantes prerrogativas, y que ahora veían peligrar. Las intrigas, las calumnias y persecuciones contra su persona, dirigidas desde la sombra por el ministro Caballero desembocaron en su detención en Gijón (1801) para posteriormente ser embarcado para ir a Mallorca. Jovellanos llegó a la Isla el 18 de abril de 1801. Inmediatamente fue enviado preso por el gobernador militar a la Cartuja de Valldemossa. La torre medieval del convento, antigua dependencia del palacio del rey Sancho I, se convirtió en la cárcel de nuestro protagonista. Su estado de salud era pésimo con lo que el prior Miquel Pascual, saltándose a la torera las estrictas órdenes del gobernador militar, permitió que el preso pasease libremente por las dependencias cartujanas. Participó en la vida de la Cartuja como un monje más, renunciando a los privilegios que le concedían los religiosos. Pronto empezó a recibir visitas por las tardes y atendió una a una las solicitudes de los vecinos. Allí entabló amistad con representantes de la Ilustración Mallorquina como Tomás de Verí, el Conde de Ayamans, y el fraile capuchino Lluís de Vilafranca.
La Cartuja de Valldemossa
Realizó muchas obras de caridad y repartió limosna entre los más necesitados. Sin duda, el paisaje panteísta de Valldemossa le impresionó enormemente. Desde la Cartuja, el prisionero intentó hacer llegar una carta al Rey. Ello provocó, una vez enterado del asunto el marqués de Caballero, la orden de traslado de Jovellanos al Castillo de Bellver. De nada sirvieron las súplicas de los monjes arrodillados ante la autoridad para que no se llevasen al asturiano (mayo de 1802). Sin duda, Jovellanos dejó una profunda huella en Valldemossa, huella que todavía se palpitaba con claridad en la memoria de los "valldemossins" a finales del siglo XIX. Una vez en el castillo de Bellver su reclusión fue severa. Su situación, encerrado en una habitación prácticamente sin luz ni ventilación -aunque no en "s´olla" de la torre mayor como a veces se dicho- redundó en su estado de salud: cataratas, dolores reumáticos, problemas en la piel... Esta situación inhumana se alargó hasta 1803, momento en que, por prescripción médica, se le permitió el paseo y los baños en el mar.
Hacia 1807, el prisionero tenía prácticamente total libertad "vigilada" de movimiento, aunque tenía prohibido penetrar los muros de la ciudad. En esta época que escribió sus trabajos sobre los monumentos de Palma -que observaba con un catalejo desde la terraza de Bellver- Esta relajación del cautiverio le permitió entablar relaciones sociales, amuebló sus estancias (todavía conservaba su sueldo de ministro) e incluso formó una nada desdeñable biblioteca. Jovellanos, gozó sobre todo de las visitas de personas de tendencias ilustradas: Tomás de Verí, Juan de Villalonga (de "Can Escalades"), José Barberí, fra Bru Muntaner, o algunos de los miembros más jóvenes del patriciado palmesano, que veían en las nuevas ideas de la Ilustración una herramienta para flexibilizar la rígida y estamental sociedad mallorquina. Con la caída de Godoy (mayo de 1808), Jovellanos fue liberado. Lo primero que hizo fue volver a Valldemossa para visitar a sus amigos los monjes cartujos. Luego visitó Sóller, Alfàbia, Raixa. Días después hizo entrada solemne en Ciutat y desfilando por sus calles recibió el cariño de todos los palmesanos. Abandonó Mallorca el 19 de mayo de 1808. Sin duda, Jovellanos ha sido de las pocas personas que han conseguido el apoyo de todos los mallorquines, sin fisuras, objetivo nada baladí. La sociedad isleña le quiso y le quiere, fue un hombre bueno, ejemplar, no en balde su efigie forma parte de la galería de varones ilustres del Reino de Mallorca.
Años después, Jovellanos, enfermo de pulmonía, moría en el pequeño pueblo de Puerto de Vega (Asturias) el 28 de noviembre de 1811.
Firma autógrafa
Para redondear, un magnifico PDF "La luz de Jovellanos" de la exposición conmemorativa del bicentenario de la muerte de Gaspar Melchor de Jovellanos realizada en Gijon, AQUÍ
Una lamina cronológica de la vida del mismo con los hechos más relevantes en el resto del mundo, en PDF, AQUÍ
Y una biografía completa del ilustrado, de la Fundación Foro Jovellanos en PDF, AQUÍ
Bibliografía:
Gran Enciclopedia de Mallorca Bartomeu Bestard (Cronista Oficial de Palma)
Como mínimo, curioso ¡ salut
ResponderEliminarUn homenaje merecido el que le das a Jovellanos.
ResponderEliminarLo que a veces hace la cárcel.
Saludos Lorenzo
No conocía esta historia de Jovellanos en la isla y menos retenido en Bellver; curiosa e interesante historia. Un abrazo, Lorenzo.
ResponderEliminarCada día aprendemos más, y si es de Jovellanos, mejor. Leches , que Godoy no era santo de mi devoción, aunque por ahí me lo quieran rehabilitar.
ResponderEliminarUn saludo¡¡
Gracias Miguel!
ResponderEliminarCurioso e histórico.
Salut!
El problema doctor, que en Palma no he leido nada de que vayan a hacer algún acto, no así en Gijon.
ResponderEliminarY teniendo en cuenta su paso por esta isla bien merece más homenaje por parte del ayuntamiento de este lugar.
Saludos!
Pues si Paco, ya ve que estuvo preso muchos años, aquí en la isla. Y ello seguro que le afectó la salud posteriormente, ya que vivío muy poco tiempo más.
ResponderEliminarUn abrazo!
Si Francisco, Jovellanos fue un verdadero ilustrado, que si lo comparamos con Godoy, gana de calle por todos sus actos y la nobleza de ellos.
ResponderEliminarUn saludo amigo!
Qué desengañado Jovellanos.
ResponderEliminarSaludos.
Buena publicación, aunque toda una tristeza de tal personaje.
ResponderEliminarUn saludo
¿Sabes que Jovellanos es uno de mis personajes preferidos de la Historia de España? Creo que fue una persona con un pensamiento marcadamente claro,ilustrado y liberal en aquella España marcada por la oscuridad. Sus simpatías hacia la revolución francesa hicieron que cayera en desgracia; eso y la envidia de muchas personas. Debía de tener una cabeza y una memoria admirables, lo que le hacía extremadamente peligroso en una corte pmarcada por los trepas y los meapilas.
ResponderEliminarHa sido injustamente olvidado, a excepción hecha de los asturianos y de los mallorquines, como puedo apreciar.
Saludos