El monumento a la Reina Isabel II recién terminado
El 11 de Septiembre de 1860 visitó nuestra ciudad la Reina Isabel II acompañada de su esposo el Rey consorte Francisco de Asís y sus hijas las Infantas Isabel y Pilar y el Príncipe de Asturias, después Alfonso XII. La Reina, colocó la primera piedra del monumento con el que la ciudad de Palma le quiso honrar conmemorando su visita. Aquél monumento lo situaron al final del Paseo del Borne. Fue un bello y rico monumento formado por un cuerpo cilíndrico sobre una escalinata, con cuatro pedestales salientes que sostenían otras tantas estatuas que representaban la Paz, la Guerra, la Industria y la Agricultura; y en lo alto de la construcción la estatua de la Reina, muy bien lograda, obra del escultor BOVER.
Echando abajo el monumento |
Y decimos "fue un bello y rico monumento" porque el mismo únicamente duró apenas 8 años. Fue arrasado y destruido en 1868 por la furia de un grupo de mallorquines que participaron en los altercados que tuvieron lugar en Palma, cuando se tuvo noticia de la huída de la familia real a Francia al estallar la Revolución del 9 de Septiembre de 1868. Pero antes de su destrucción, los mallorquines pudieron contemplar aquella maravilla durante casi una década. En el año 1863, como había quedado el monumento un tanto “alejado" de lo que era el Paseo del Borne, se pensó en prolongar el Paseo hasta donde estaba el monumento. Hubo sus más y sus menos a este propósito.
Pero el 18 de marzo del citado año, los asiduos concurrentes del Borne se vieron sorprendidos por un movimiento inusitado que iba creciendo a medida que iba avanzando la noche, mientras acudían también numerosos carros cargados de tierra y muchos obreros con herramientas y espuertas a los que se agregó un pelotón de soldados provistos de picos, palas y azadones.
Al amanecer del día siguiente, fiesta de San José, la gente pudo comprobar como se había prolongado el Borne hasta el pie del monumento y también como habían desaparecido las "leonas" y el escenario donde tocaba la banda de música. De esta forma tan premeditada y organizada, se dio cumplida cuenta al acuerdo que había aprobado el Ayuntamiento nada más y nada menos que el 25 de abril de 1861 (dos años antes) y que no había podido llevarse a cabo por las protestas de ciertos sectores. Por la premura de esa reforma, surgió un estribillo popular que decía “El batle Billón, en un vespre ha allargat el Born”.
Posteriormente, el Paseo del Borne, fue objeto de otras reformas. En primer lugar la reposición del escenario para que tocara la banda de música militar no tuvo lugar hasta 1864, que fue cuando el coronel del Regimiento de Palma propuso al Ayuntamiento la indicada reposición para mayor comodidad de los músicos y mayor desahogo de los paseantes. Se construyó en el ángulo que forma la calle de San Felio -denominada antiguamente de “Ses Carasses”- y el nuevo andén que se había construido para los carruajes.
Como hemos dicho el monumento a Isabel II quedó destruido en 1868 y al lugar donde estuvo ubicado entre el Teatro Lírico y el Paseo del Borne se le puso el nombre de "Plaza de la Reina". Hasta 1895 no fueron reintegradas las leonas a sus respectivos lugares. Cuando retiraron las esfinges las trasladaron al depósito de los Capuchinos donde permanecieron abandonadas y sujetas a las inclemencias del tiempo y al escarnio de los hombres. Por cierto, en aquél depósito municipal quedaron dos de las cuatro estatuas, ya que el 8 de junio de 1868 se había autorizado a Don Manuel Villalonga a enajenar las otra dos. Las que quedaban estaban muy deterioradas y pese a prohibir el Ayuntamiento su modificación, se decidió la restauración para reparar sus desperfectos y a su vez para disminuir los exagerados pechos que el escultor MATEU había realizado.
Lo cierto es que si bien el paseo del Borne a lo largo de su historia ha sido siempre el punto de cita de los paseantes ciudadanos, a partir de 1895 es cuando se acentúa más esta faceta, ya que fueron multiplicándose los cafés y horchaterías. Mas tarde aparecieron “Ses Botiguetes” (modestos centros de reunión con mobiliario rudimentario e irrisorio, que se colocaban en verano a lo largo de las fachadas y que consistían en sencillos bancos de madera para solaz de los tertulianos. “Botiguetes” que fueron las pioneras de las sociedades recreativas primero y últimamente de los grandes bares y restaurantes que se han ido instalando a lo largo de los años en el Paseo.
Las leonas en el solar municipal |
Las famosas farolas del Borne a principios de siglo
La fuente de las tortugas al principio estaba colocada en el mismo Paseo del Borne, ya que el mismo arbolado del Paseo llegaba hasta la confluencia con la calle Jaime III. Posteriormente la fuente fue reformada y colocada en el centro de la plaza donde figura actualmente.
Existe un artículo de José Orlandis que bajo el título “El adiós del Borne”, publico el Diario de Mallorca el 7 de Octubre de 1966, antes de la reforma que se iba a realizar en el Paseo. Lo reproducimos a continuación, por su interés histórico.
“Dentro de pocos días van a comenzar las obras de reforma de este viejo paseo, tan lleno de nostalgias y de dulces recuerdos. Los que no alcanzasteis a vivir las postrimerías del pasado siglo y los albores del presente, difícilmente podréis imaginar lo que representó para la ciudad, el Borne de aquéllos tiempos. Cuando Palma aún era la capital e las Isla de la Calma, era el Borne el corazón de todos... En las soleadas mañanas de invierno, o en las tibias noches de primavera y verano, iba al Borne los jueves y domingos a escuchar los sones de la banda del Regimiento de Infantería, Palma 61, que bajo la batuta del maestro Perelló primero y de Pepe Balaguer y Torrandell después, tocaba fragmentos de las zarzuelas más en boga o valses de Waldteufle o Straus, en lo alto del escenario de madera, situado en lo que era antes el Restaurante Antonio.
1928. La gente paseando por el Borne con sus mejores trajes
La gente vieja estaba situada en los sillones de hierro o en las sillas de enea, que costaban 10 y 15 céntimos respectivamente y los jóvenes daban vueltas por el Paseo, en el que nacieron tantos amores, que escuchó el latido de tantos corazones, cuando la modesta mirada de alguna niña, se cruzaba con la de algún apasionado pretendiente, que con esto se sentía lleno de felicidad y de esperanza. Al llegar la hora de cenar, la gente desfilaba y el joven enamorado seguía de lejos a su Dulcinea, que acompañada de su madre marchaba a casa, esperando que, antes de entrar en el portal, se volviera para enviarle una última mirada, una postrera sonrisa, que era como un anticipo del cielo. Jóvenes que lo leéis, los que vivís la vida libre y tumultuosa de hoy, no podéis entenderme, como no podéis imaginar el silencio de una ciudad sin ruidos, sin coches, sin prisas. Todo esto representaba el Borne que se va. Y por esta razón muchos no sentirán pena al verlo desaparecer, como lo sentirán otros, porque para ellos está lleno de recuerdos de toda una vida.
Los bancos del Borne con su respaldo metálico |
El Borne en 1915
Los dias de fiesta todo el mundo se paseaba por el Borne
La Plaza de la Reina en 1959
El Borne con el Kiosco a la izquierda y el Bar Tortuga a la derecha en 1959
1960. Terrazas de bares en los laterales del Borne.
La Plaza de las Tortugas en 1961
La Plaza de la Reina con la Almudaina y la Catedral al fondo en 1973
En la actualidad, han permitido poner terrazas de bares en el Borne. Definitivamente, ahora ya sí que se ha perdido la antigua esencia de tan emblemático lugar. Una verdadera pena.
En la actualidad, han permitido poner terrazas de bares en el Borne. Definitivamente, ahora ya sí que se ha perdido la antigua esencia de tan emblemático lugar. Una verdadera pena.